miércoles, 25 de junio de 2014

El agua en la agricultura

¿Os habéis preguntado alguna vez como es posible que tengamos tantos problemas de escasez de agua en un planeta donde 2/3 partes de su superficie son de agua?




No parece algo muy lógico verdad?

En realidad, ahora que el planeta está recalentado aún hay mas cantidad de agua  movilizada en en ciclo hidrológico, con lo cual la escasez resulta más contradictoria si cabe.

Ocurre sin embargo, que el buen reparto de las lluvias está condicionado por muchos factores que hemos alterado como consecuencia del estilo de vida industrial basado en la quema de combustibles fósiles, y sobre todo por las malas prácticas agrícolas.



Uno de esos factores es la tala indiscriminada de las masas boscosas que retienen enormes cantidades de agua y preservan los suelos de la erosión.

Otro factor son las malas prácticas agrícolas que además de hacer un uso ineficiente del agua dulce en los regadíos, elimina toda la cubierta vegetal año tras año y no restaura la materia orgánica al suelo, si no todo lo contrario.
Esa materia orgánica es la que da al suelo su capacidad de almacenamiento, su porosidad, y además esa celulosa, que está compuesta de carbono, proviene del CO2 atmosférico donde se está concentrando peligrosamente y acentúa el calentamiento global debido al efecto invernadero.

Debido a que hemos alterado el régimen de lluvias y ahora cada vez se alternan más los ciclos de sequía con los de lluvias torrenciales, cada vez se acentúa más el fenómeno de la erosión porque cuando llueve el suelo está endurecido, con los poros cerrados y caliente, y no puede absorber el agua, por lo que fluye por la superficie con gran violencia y arrastrando toda la tierra fértil a los rios colmatándolos (llenándolos de barro), y finalmente al mar donde contribuye a aumentar su salinidad.



Nunca se remarcará lo suficiente la importancia de esa pérdida de suelos que tardaron miles de años en crearse  y que generalmente son un recurso no renovable a escala humana.

En España la perdida de suelos por la erosión hidráulica y eólica es dramática y solo hay que darse un paseo por cualquier punto de la península para ver sus efectos.

El objetivo número uno de todo agricultor debería ser la conservación del suelo del que vive y de la poca humedad que recibe cada vez con más irregularidad.

Por tanto, mantener un suelo bien estructurado, con mucha materia orgánica que retenga el agua de lluvia, con plantas que lo protejan del sol, y con sus raíces que fijen el suelo para que no se lo lleven las tormentas, debe ser algo prioritario.

En cuanto a los riegos en los cultivos, hemos de ser conscientes del comportamiento de nuestro suelo con respecto al agua: no es lo mismo un suelo arenoso que arcilloso, y no podemos tener el mismo programa de riego en ambos.


En el caso de suelos arenosos, el agua se escapará al fondo rápidamente y dará un bulbo de riego estrecho que no envolverá toda la raíz de la planta, lo contrario ocurrirá con tierras muy arcillosas, en las que el bulbo será muy plano y poco profundo, que dejará las raíces profundas secas, algo muy peligroso, pues la planta tiende a desarrollar solo sus raíces superficiales y si hay un fallo en el programa de riego, las plantas no disponen de acceso a las capas profundas y mueren.

Resumiendo: debemos hacer coincidir la forma del bulbo de riego con la forma natural de la raíz del cultivo, manteniendo un programa de ciclos que permitan el punto adecuado de humedad, evitando sobre todo el exceso de agua porque " lavaremos" el suelo de los nutrientes solubles y salinizaremos el bulbo por ósmosis, además de estar desperdiciando un recurso escaso y costoso y produciendo una anoxia radicular muy peligrosa ( se pueden podrir las raíces por falta de oxigeno)

Es muy recomendable hacer varias catas en la finca justo donde colocamos los goteros para ver realmente como se comporta el agua en nuestro suelo.



Recomendamos una vez más la cobertura del suelo con materiales orgánicos ( restos de cosechas, paja ), para evitar la pérdida de humedad por evaporación y además evitar el crecimiento de hierbas.

Un factor muchas veces olvidado en la agricultura es la denominada " suela de labor", es decir el límite de profundidad de laboreo, en el cual se genera una capa dura  por la compresión de las ruedas de los tractores y la acumulación de sales y productos químicos.

Cuando las raíces de las plantas llegan a ésta suela, no pueden romperla o el estado microbiano de esa capa está tan alterado que las enferma y esto limita la productividad de ese suelo.




Llegados a éste punto, tendremos que romper ésta suela con la herramienta llamada " subsolador", pero es una operación costosa energéticamente y resultado de una mala práctica generalizada.

Lo ideal es mantener un suelo vivo y sano que se automantenga poroso y aireado por lo propia acción del metabolismo natural del mismo ( lombrices, hongos, bacterias), y evitar comprimirlo con la maquinaria, procurando, por ejemplo, no pisarlo cuando esté humedo,etc.







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